lunes, 30 de agosto de 2010

El Hombre de la Camiseta Calada

            Yo lo llamaría el Guardián del Umbral. Cierto es que los que se dedican a las ciencias ocultas entienden por Guardián del Umbral a un fantasma recio y terribilísimo que se le aparece en el plano astral al estudiante que quiere conocer los misterios del más allá. Pero mi guardián del umbral tiene otra catadura, otros modales, otro “savoir faire”. LO QUE ??
¿Quién no lo ha visto?. ¿Cuál es el ciego mortal que no lo ha advertido al guardián del umbral, al hombre de la camiseta calada? ESE SOY YO. ¿Dónde pernocta el ciego mortal que no ha notado todavía al ciudadano que plancha el umbral, para que yo se lo muestre vivo y coleando?.
Es uno de los infinitos matices ornamentales de nuestra ciudad; es el hombre de la camiseta calada ESE SOY YO. Dios hizo a la planchadora, y en cuanto la planchadora salió de entre sus manos divinas con una  cesta bajo el brazo, Dios, diligente y sabio, fabricó, a continuación, al guardián del  umbral, TE ESMERASTE DIOSITO al hombre de la camiseta calada. ESE SOY YO
Porque todos los legítimos esposos de las planchadoras usan camisetas caladas. Y no trabajan. Cierto es que buscan trabajo. Y que ellas se acostumbran a que él trabaje en el trabajo de buscar trabajo: (dramatizacion, vereda y baño) pero el caso es este. Usan camiseta calada, y hacen la guardia en el umbral.
¿Quién no lo ha visto pasar?.
¿Cuándo aparecerá el  Charles Lous Phillie SI ES DEL BARRIO NO LO CONOZCO que describa nuestro arrabal tal cual es!. ¡_Cuándo aparecerá  el Quevedo de nuestras costumbres, el Mateo Alemán de nuestra picardía, el Hurtado de Mendoza de nuestra vagancia!. QUIENES SON ESTOS TIPOS??
La planchadora se casó con el hombre de la camiseta calada cuando era joven y linda. ¿Qué guapa y qué linda era entonces!”. Labio como flor de granada y trenza abundosa. Bajo el brazo la cesta envuelta en media sábana. (mira al maniqui femenino) PURA PIERNA LA MOROCHA
El también era un guapo mozo. Tocaba la guitarra que era un primor. Vivían en el conventillo. El mozo pensó bien antes de decidirse: La madre de la muchacha tenía el taller. Pensó tan bien que después de un amorío con guitarra y versitos del extinto  Picaflor Porteño, SI MI BOCA FUERA PLUMA Y MI CORAZON TINTERO
CON LA SANGRE DE MIS VENAS ESCRIBIRIA TE QUIERO
ESA TERESA!!
se casaron como dios manda. Hubo baile, felicitaciones, regalos de bazar, y la “vieja” enjugó una lágrima. NO ME LLORE PATRONA, SU HIJA ESTA EN BUENAS MANOS
Cierto es que el muchacho no es malo, pero le gusta tan poco trabajar... Y las viejas que hacían círculo en torno de la damnificada comentaron:
-          ¡Qué se le va a hacer, señora!. Los jóvenes de hoy son así...
Y sí, son tan así que a la semana de haberse casado, el hombre de la camiseta calada ESE SOY YO empezó a alegar  A MI LOS JEFES ME TIENEN ENVIDIA
 y luego se espetó a la suegra:  EL TRABAJO QUE ME QUIEREN DAR NO ESTA EN CONSONANCIA CON MI “ABOLENGO”; y la vieja, que se moría por lo del abolengo, porque había sido cocinera de un general de las campañas del desierto, le aceptó, refunfuñando al principio, y así, un día y otro, el hombre de la camiseta calada ESE SOY YO le fue esquivando el cuerpo al trabajo, y cuando se acordaron madre e hija ya era tarde; él se había apoderado del umbral. ¿Quién lo sacaría de allí? NADIES!!
Había tomado jurídica y prácticamente posesión del umbal. Se había convertido automáticamente en guardián del umbral.
DE ACA NO ME SACAN NI CON ESPATULA
Mañana tras mañana. Crepúsculo tras crepúsculo ¡Qué linda vida la de ese ciudadano!.
Se levanta por la mañana tempranito y le ceba un mate a la damnificada, diciéndole:  “¿TE DAS CUENTA QUÉ BUEN MARIDO QUE SOY YO?”. Luego de haber mateado a gusto, y cuando el solicito se levanta, va al almacén de la esquina a  tomar una cañita, y de allí tonificado el cuerpo y entonada el alma, toma otros mates, pulula por el taller de lavado y planchado para saludar a las “oficiales”, (saluda) y más tarde se planta en el umbral.
            A la tarde duerme su siestecita, mientras su legítima esposa se desloma en la plancha. Y bien descansado, lustroso, se levanta a las cuatro, toma otros mates y vuelta al umbral , a sentarse, a mirar pasar la gente y a darse esos interminables baños de vagancia que lo hacen cada vez más silencioso y filosófico.
A VECES ME PONGO A PENSAR EN LA PEQUEÑEZ DEL SER HUMANO...
Porque el hombre de la camiseta calada es filósofo. Bien lo dice su mujer:
- Tiene una cabeza... pero... – Ese “pero” lo dice todo. Nuestro filosofante es el Sócrates del barrio. El es el que interviene cuando se producen esos líos descomunales; él es quien consuela al marido burlado LA TENES MUY ABANDONADA A LA PATRONA, él es quien convence a un calabrés de que no cometa un homicidio complicado con el agravante del filicidio; él es quien, en presencia de una desgracia, exclama siempre patéticamente:
-          HAY QUE RESIGNARSE, SEÑORA. LA VIDA ES ASÍ. TOME EJEMPLO DE MÍ. YO NO ME AFLIJO POR NADA. –
Habla poco y sesudamente. Tiene la sabiduría de la vida y la sapiencia que concede la vagancia contumaz y alevosa, y por eso es en todo barrio, con su camiseta calada y su guardia en el umbral , el matiz más pintoresco de nuestra urbe.


Roberto Arlt

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